GOOD AFFTERRRNUUMMM!!!

Hacía seis meses que me venían apretando en la empresa para que estudiara ingles. Venía esquivando la obligación que otrora había prometido.Un jueves de otoño me llaman del interno 314, Magalí, la secretaria de Nicolás M., el gerente. Subo a la oficina de M.
“Con el tema de que estás yendo a la aduana a recibir los contenedores de España, y ahora se agregan los de Estados Unidos… y por otras razonas más, el lunes empezás ingles. Además este tema, ya lo habíamos hablado si no me equivoco, Ángel. Estos son los horarios”,gracias, dije.Tomé el papel. Y bajando las escaleras leí los horarios del nuevo curso. Lunes y miércoles de 16 hs a 18 hs. Como todo vago me pareció excelente la idea de trabajar dos horas menos. El instituto: Asociación Argentina de Cultura Inglesa, ubicada en Arroyo y Suipacha. Me quería morir cuando vi el valor de la cuota,el de la inscripcion, ni hablar de lo que sucedió cuando vi por primera vez el edificio en cuestion.Muy paquete, hasta tiene un teatro.

Entre cartas de póker y anís turco, le comento a mis amigos donde me enviaba la empresa. Menos de la mitad me felicitó, la mitad se rió, y los otros ni me escucharon. El Turco, profesor de ingles por mandato maternal y futuro abogado, tirando un full de ochos y ases sobre el paño dijo: “Es el lugar”
El lunes a las dos de la tarde Héctor,mi jefe y amigo, no, ese no es el orden, mi amigo y jefe, me mandó a enviar unas cartas al correo, cosa que haciamos día por medio con las revistas de suscripción y meelings. Y que de ahí me fuera a la agencia de turf de Corrientes y Suipacha a hacer una jugada que no podía fallar. “En la quinta el siete. Lo corre Totoricagüena y lo cuida Sena. Tomá, juagale a primero y segundo. De ahí te vas a ingles, que estás cerca”
Héctor llevaba cinco años como mi jefe. Pero en verdad se comportaba como un padre. Mucho mejor, que al que hacia bastante tiempo había decidido dejar de ver.
Eran las tres y veinte de la tarde cuando decidi tomar un cortado en Suipacha y Santa Fé. Chequeó el cuaderno y los libros. No llegaba a estar nervioso. Pedí la cuenta y partí.
Una vez en el pupitre, lo primero que hice fue contar la cantidad de compañeras y observarlas detenidamente. No había nada que le llamase demasiado la atención. Luego mire los compañeros. No me gustó nada la atmosfera de solemnidad que se percibía en el aula. Todos al parecer provenían de alguna empresa. Se hacían los serios y formales. Quizás alguno lo sea, pensé. Pero de todas formas hay en ellos algo impostado.
“Good afternom” se escuchó, al entrar una señorita de un metro sesenta, rubia natural, de unos ojos enormes color verdes. I,m Eleonora. Era nuestra profesora.
La primera clase fue tediosa, casi aburrida en ciertos tramos. Cada uno hizo su presentación. Porque estabamos, que esperabamos, etc etc.
Lejos de querer quedar bien, como se me estaba haciendo costumbre, expliqué que estaba allí por obligación.Fue en la segunda o tercera clase, que escuché comentarios de mis compañeros acerca de la profe. “Está terrible”, “Mira que cola”, ” "...y los ojos”. Y otros comentarios burdos y pajeros.
Si había sacado una conclusión de mis compañeros, es que todos pasaban los cuarenta años y se querían mostrar más inteligentes de lo que eran. Solo con un morocho rellenito era con el que más hablaba. Que resulto ser hijo de unos encargados de edificio de la zona. Él y yo, eramos los únicos veinteañeros de los hombres.
Comence a prestar atención a los movimientos de la profesora. Cuando escribía en el pizarrón todos se sonreían boludamente y se conectaban con miradas cómplices. Y las compañeras reprobaban echándoles caídas de parpados por encima del hombro, al mejor estilo: ¡Que pajeros!
La profe tenía una cola perfecta y una sonrisa maravillosa.Cuando el barbudo subgerente de la empresa Arcor dijo: “En un mes es mía” Me corrió un calor por el cuerpo muy conocido para mi. Ese calor que me corre, cuando el poder hace ostentación. Me ponía furioso que un tipo que tiene todo, destile soberbia, mirando a los demás como si se encontrara en un podio. Cada vez que se presentaba la ocasión, los enfrentaba.Seguramente habría algo de resentimiento en mi, vaya uno a saber.Unas cuantas señoras, de esposos arrogantes, se llevaban muy bien conmigo.La profe escribió en el pizarrón. Le observé la cola, y tomé la decisión.
El jueves fuí al puesto de flores del uruguayo, en la esquina de la facultad de odontología. Le comento a donde, como, y de que manera iban a dirigirse este nuevo ramo de flores la semana entrante. En esta oportunidad: rosas blancas.Por dos semanas, los lunes y miércoles a las 16:45, en medio de la clase, le llegaban a la profesora dos docenas de rosas blancas. Momento, en que la clase se cortaba por diez minutos, para que brotaran comentarios de toda índole. La profesora pedía disculpas al alumnado. Las alumnas se morían de envidia, y descreían cuando la teacher explicaba que no sabía quien se las enviaba. Y los alumnos moviendo la cabeza susurraban: Tiene macho. Dijo que esta sola, pero tiene macho.
Prestaba más atención a cualquier comentario de orden personal que la profesora hiciese, que a la clase en sí.Una tarde la profesora explicando como se decía cuando alguien quiere llegar a un determinado lugar, comento: Yo por ejemplo vivo en Avenida Pueyrredón, entonces digo….y siguió explicando como se decía, dicha frase en ingles.
Tenía un nuevo dato; vivía en la Avenida Pueyrredón.
Al salir de la clase, fuí a un locutorio a hurgar en la guía telefónica.Sabía que vivía en la Avenida Pueyrredón, y su nombre completo.Busco en la guía el apellido Greinspein. Se desmoronaron mis ilusiones al tiempo que mis pestañas se quedaban inmóviles, al ver la cantidad de Greinspein que había.Empecé a buscar a los que vivían en la Avenida Pueyrredón. Después de mirar la guía por una hora cuarenta y cinco minutos, tenía subrayados cinco apellidos, pero ninguno con el nombre Eleonora.
Llegé a mi departamento con la lista de los cinco números en el bolsillo, y llamé. En los tres primeros no se encontraba ninguna Eleonora, en el cuarto numero daba ocupado, y en el quinto, salto un contestador con la voz de la profesora.Estaba como loco, y pateaba las latas de cervezas desparramadas por el monoambiente,sí,estaba felíz . Disfrutaba como un nene mi nueva aventura. Sentía que estaba vivo. No podría explicar porque buscaba estas acciones en mi vida. Seguro que algo, muy en el fondo, que estaría tapando, pero estas vivencias me traían algo así como una especie de entusiasmo, casi felicidad, alegría, plenitud.Me coloqué una chaqueta y bajé al bar de siempre. Pedí una cerveza y con el ceño fruncido me puse a idear los nuevos planes.
Al otro día, el siguiente paso consistía en ver donde vivía la profe.Pueyrredón y Anchorena. Un departamento de entrada pequeña.No tenía ni el piso, ni el departamento.Me paré frente al edificio, cruzando la avenida, y observé por un momento al encargado. Compré un sobre y un muñeco de peluche, al que hice envolver.
Sujeté la carpeta que llevaba en el antebrazo izquierdo y haciéndome pasar por cartero, le pido al encargado si puede recibir la encomienda, ya que no se encontraba el numero de piso ni departamento, que era para la señora….(Me hago el que busco) Eleonora G. “Séptimo “A” tocá, me dice, pero me parece que no está” Ya tenía el ultimo dato: el piso y el departamento. Al no haber nadie el encargado recibió el envío.
Por la noche llamé nuevamente por teléfono, para mi sorpresa no atendió esta vez el contestador. Ante el hola, no sabía si responder. Dudé tres segundos, y colgé.Encendió un Lucky Strike le doy tres caladas y lo apago. Vuelvo a marcar.
_Hola…
_Hola, disculpa la molestia, quería saber si recibiste algo.
_ ¿Quién habla?
_Por ahora no te puedo decir. Pero…
_Si no terminás con esto voy a llamar a la policía. Y colgó
Estaba nervioso, pero, segui con el plan tres.
Bajo al bar, tomo una copa de Reserva San Juan. Pienso. Y vino la idea. Le colocaría un pasacalle. Sí. Frente a su balcón. Aunque bien podría ser frente al instituto. Lo medito. Y por unas cuantas cuestiones, opto por el balcón. Sabía que todos los departamentos "A" tenían balcón, y esperaba que este no fuera la excepción. La tercera copa de cogñac me trajo la frase que imprimirían en el pasacalle: “Junto a mi peluquero, sos la persona que no puedo sacar de mi cabeza. ¿Por qué te veo tan inalcanzable? “ Dudo. Pero me parece poco solemne y bastante informal y tribial.Al día siguiente desde la oficina me encargué de todo. Por la madrugada colocarían el pasacalle. Me advirtieron que dada la zona geográfica, el camión de la municipalidad, que pasaría por la mañana, lo cortaría. Ya que estaban prohibídos.
En la hora del almuerzo, me cruzo con el señor M, quien no dejó de preguntarme como iban las clases de ingles. Al cual le contesto con un Very good. All rhigt mister.
Por la madrugada, Pablo Castro, el gordo Marasco, yo, y su fiat 1600, nos encontrabamos estacionados en Anchorena y Pueyrredón, supervisando como instalaban el pasacalle. Estabamos excitadísimos, no podíamos detener las carcajadas.¿Esta buena boludo? ¿Esta buena? Tanto quilombo más vale q este buena, decía Marasco. Al irse los colocadores del obsequio, descendi del auto y me encaminé al portero eléctrico del edificio de la profe. Toco timbre. Ni bien mi dedo índice dejo de oprimir el botón, tomo conciencia percatándome que eran las cuatro y media de la madrugada. No me importaba. En la balanza pesaría más tamaño obséquio, que cualquier reloj.
_ ¡¿Quien es?! La voz estaba de mal humor. Exigía saber quien era el que toco timbre.
_Hola. ¿Podrias asomarte al balcón? Hay un regalo para vos.
_¡¡Estas totalmente loco!! ¡¡YA, LLAMO A LA POLICIA!!
Se podía ver el pasacalle atado de una columna de luz, a la rama gruesa de un árbol.Pablo Castro sacaba fotos, y Marasco gritaba: ¡Vamos, a ver si viene la cana! ¡Vamos, suban!
Esto ocurrió un martes. Los tres nos fuimos a desayunar. Entre media luna y media luna, Pablo me dice que ya es hora de darme a conocer. Mirá si hace la denuncia, dice Marasco, mientras tritura con devoción la tercer tortita negra.
“ No se si me voy a dar a conocer. ¿Mirá si la mina hace quilombo? La cana no me interesa, el tema es en el laburo".
_El quilombo lo hiciste vos, Ángel. ¡Mozo, me trae tres más!_dijo Marasco.
En la clase del miércoles, ni observabé a la profe. A decir verdad estaba un poco temeroso.Ella trajo unas hojas para un nuevo trabajo practico. Dijo: Son tres trabajos distintos, uno, dos, y tres. Así evitamos que se copien. Se notaba que estaba molesta. Comenzó a repartirlos banco por banco. Ya me encontraba incomodo antes de entrar a clase, y mientras la profe caminaba de pupitre a pupitre, la incomodidad iba en aumento. Pensé en ir al baño antes que los trabajos prácticos llegaran a mí, pero quizás era demasiado obvio, y fuese descubierto. Cuatro pupitres me separaban de la profe.No la miraba, pero oía su voz y sus pasos. Cuando la tuve en frente, no se sabe el porque, clavé mis ojos en los iris verdes de ella. La profe se sonrojó paralizada, cayéndoseles todos los trabajos prácticos al piso. Luego de levantarlos, aún sonrojada, apoyo uno en mi mesa. Sin mirarme, dijo: Two. Y siguió repartiendo. Me percaté en ese instante que había sido descubierto. La clase resulto interminable para mí.Trate de llenar la hoja. No me importaba si las respuestas estaban correctas, no me importaba nada. Solo que la tierra me trague.
Ya en el subte, me preguntaba que pasaría si llaman del instituto a la empresa, o si peor aún, me denuncian por depravado o algo que se le parezca.
En toda la semana no hice nada al respecto. Intenté olvidar lo sucedido. Di por terminado el asunto. Y si ella no tomaba represalias o no hacía ningún comentario, yo, nada haría.
El sábado por la noche, el gordo Marasco comentaba a los integrantes del grupo, la historieta del pasacalle y la profe, en la barra de Moliere. Y entre trago y trago llovieron las preguntas. Hasta que el pelado Kiko balbuceo "Mirá si te echan del laburo”. No contesté. Pedi otra Jarra.
El lunes por la mañana, hablé con Héctor acerca de que excusa inventar para dejar de asistir a las clases de ingles. Se estaba cumpliendo el primer mes de curso. Es más, pensé en no ir ese lunes. Pero Héctor me convenció.En la clase, la profe si bien sonreía, su rostro estaba serio, como levemente rígido, tenso. “Hoy, lo que vamos a ver, es como se dice: cuantos años tenemos, cuando nacimos, donde…"
La profe les hizo decir a un par, la edad que tenían. Y paso a explicar las fechas de nacimiento.Dijo: Por ejemplo….a ver…tomemos una fecha al azar…. No pronuncio la fecha, solo la escribió lentamente en el pizarrón. 8 de Junio. Cuando vi anotado el día de mi cumpleaños en la pizarra, vi el fín. Como si flotara,como si todos hubiéran desaparecido del aula mágicamente, medité acerca de que en mi trabajo tal vez lo entiendan, y si no lo entendían, quizás me perdonen igual, esto de venir a boludear en vez de estudiar. Hasta llegué a elucubrar en una muy digna indemnización. Pensé que en una de esas, hablando con la profesora llegue a un acuerdo, y el tema no llegue a mayores. Le diría de no asistir más al instituto, y con un poco de suerte, trataré de convencerla de que todo quede ahí.
“Mister Ángel. Mister Ángel….¿Esta usted distraído? dijo la teacher_ ¿Entiende lo que estoy explicando?
Me colorado mientras la profesora me llamaba la atención. Y so lo atiné a pedir disculpas. En ingles, me dijo. A lo que respondí, sorry. El entiende lo que estoy explicando, me rebotó en la cabeza hasta que terminó la clase.Mi compañero, me preguntó si me encontraba bien. Al cual respondi invitándolo a tomar una cerveza.
Entre cerveza y cerveza, le confesé la aventura al hijo del encargado de edificio. Facundo, así se llamaba. Le dije que tenía que enfrentar las cosas como un hombre. Que ya estaba a punto de cumplir 23.
“Si te hubiese querido echar, ya lo hubiese echo”, me dijo.
Fuí a la cabina del locutorio dejando el vaso de cerveza calentandose.
_Hola. ¿Eleonora?. Hubo un silencio de seis segundos.
_Hola. Te animaste a llamar.
_Te quería pedir disculpas…
_Me asustaste bastante. Estaba a punto de hacer la denuncia en la comisaría, pero mi padre me dijo que esperara. No, no te rías.
_Perdón. No, no me río. Bahh, me río de los nervios. Lo que menos pretendía era asustarte. Quiero que te quedes tranquila que…no voy a asistir más al instituto.
_No es para tanto. Hablando se puede arreglar todo. Y no creo que lo más conveniente sea por teléfono. Por ahora no mordí a nadie.
-Lo que vos digas.
_ ¿Como conseguiste mi dirección?
_ ¡Uff! Te tengo que decir…¿Y ahora?
_Ok. Cuando quieras…
_ ¿Qué vas a hacer ahora?
_ No me voy a dormir, si eso querés saber.
_No estoy muy lejos.
_Ya sabes donde vivo. En la esquina hay un café muy lindo.
_¿En 30 minutos estoy por ahí?
_Ok.Te espero.
Volví a la mesa de Facundo, le agradeci y pedí la adición.
“La profe esta con vos” gritaba algo excitado mi compañero. “Que hija de puta…¿Que te lleva, diez, doce años?"
_Nada que ver. Solo quiere apaciguar las cosas. Que no haya quilombo.
Cuando llegé al bar, Eleonora todavía no estaba. No había demaciados parroquianos en el lugar. Una pareja contra la pared del lado de la barra, y otros cuatro o cinco cenado cerca de los vidrios de entrada.
Para hacerme el distendido, ordeno una ensalada Cesar y una Corona con limón. Para cuando la profe llego, iba por la tercer Corona.
“Tenías hambre” _dijo_ y depositó su cartera y el abrigo en una silla. Sin sacarme los ojos de encima. En ese preciso instante, terminé de confirmar no solo que no me traería problemas laborales, si no, que la disfrutaría. Hablamos hasta las cuatro de la mañana. Me agrado sobremanera su cultura, y me alegré que no me hable de Ricky Sarkany y lugares de moda. Comentó sus estudios en Londres, y conocía mucho de pintura. También dejo deslizar que le parecia mujeriego, y que estaba apunto de cumplir 33 años. La acompañe hasta la puerta de su edificio sin propuesta alguna.
A los tres días nos encontramos nuevamente. Me pidió discreción. En el instituto no podían sospechar que me estaba viendo. Si solo tomamos café, susurré.Okey, cerca del instituto, nada, nada.
Pasaron tres días y la noté distante. Fría. Dicen que no hay nada peor para un mujeriego, que una dama no le pase cabida. Que se debe más al ego machista, narcisista y vanidoso, que a un genuino interés por la mujer.Entendi que si pretendía abordarla por sorpresa, solo lo podía hacer en la calle.Esperarla a la salida de la casa, o algo similar.
Bajo al bar. Pido una copa de tinto. Me colocó un Lucky Strike entre los labios, y comienzo a pensar. “Seguramente el rechazo se debe a la diferencia de edad. No, Tal vez sea por la religión, yo soy goy. ¿Y si es por que es de clase social alta? Se nota que es muy culta y de familia bien. Quizás... solo sea que no le gusto y nada más. Sea lo que sea , hay que averiguarlo” A la quinta copa de vino estalló en mi cerebelo, el nuevo paso a seguir.
Al mediodía fuí a una prestigiosa casa de cotillón, y alquilé un disfraz de cura; sotana negra hasta los tobillos, con botones forrados, desde el cuello hasta la altura del pitulín, con el típico cuellito blanco. A eso le sumé un par de lentes estilo John Lennon.
Cuando el reloj estaba marcando las 5 y media de la tarde, fuí al baño del trabajo y me puse el disfraz para mostrárselo a mis compañeros. Estos riéndose, lo aprobaron. Solo el gordo Miguel Blanco, un amargado, comentó con la envidia en los labios, que parecía un Rabino más que un cura.Y que con esas cosas no había que jugar. Después de que mostre el traje, vieron atónitos que me disponía a irme sin cambiarme. Ante la consulta, mi respuesta fue: “Quiero tomarme el ciento nueve así. Así me voy acostumbrando y sintiéndome cómodo”Y de esta manera caminé hasta la avenida Córdoba a tomar el colectivo. Cuando llegué a La Paternal, fuí negocio por negocio, pidiendo opiniones, oficiando de gracioso.
Los únicos que protestaron, frunciendo el seño, fueron los padres de Gerardo, ya que la mamá cantaba en el coro de la Iglesia y su marido era el encargado de Cáritas. Y ella, aún recordaba haberme visto muchas misas en la Santísima Cruz, en mi niñez, vestido de monaguillo, sosteniendo la patena al lado del sacerdote, al momento de la eucaristía
A la tarde siguiente, asistí con el traje en un bolso al instituto de ingles. Mi compa facundo, era el único que sabía de mi plan.
Good afffternum_ esbozo la profe. La clase paso medianamente rápido, sin que Eleonora y yo cruzaramos miradas.
Sali corriendo al bar de la esquina a ponerme el disfraz, dejando a Facundo de campana. Doce minutos me llevo cambiarme.El sombrero no me convenció y lo dejé en el bolso, pero agregué al atuendo una Biblia y un rosario de nácar blanco, recuerdo de mi comunión. Cuando estaba saliendo del bar, alguien me llamó por su nombre.Al darme vuelta vi a dos compañeritas dispuestas a tomar un cafè. Me miraban atonitas. Sin dejarlas hablar les dije: "Voy a un baile de disfraces"mientras habrìa la puerta para escapar.Me reconocieron por no ponerme el sombrero, pensé. Dejé el bolso en el suelo y me coloqué el sombrero.
Le di a facundo el bolso y me encaminé hacia la puerta del instituto. Esperé a que saliera Eleonora aproximadamente unos 28 minutos, al ver que no salìa encaré al portero preguntandolé como hacia para encontrar a la profesora Eleonora G. Para mí sorpresa, me contestó que la profe se fué a una jornada de teatro con sus colegas al auditorio del instituto,y saldria aproximadamente a las 23 horas. Para lo cual faltaban 3 horas.Alterado por el inconveniente invito a Facundo a una pizzeria de la Avenida Santa Fè, para hacer tiempo. De ninguna manera había echo semejante esfuerzo, para irme a mi casa sin que me viera.
Pedimos una grande de muza, una cerveza, dos, tres... Pasamos un par de J&;B. Es muy gracioso para algunos y aberrante para otros comensales presentes, ver a un supuesto cura de iglesia catolica hablar de mujeres a los gritos, borracho y cagandose de risa con su compañero de mesa. Yo, apropósito, exageraba los movimientos de mis brazos y elevaba el tono de mi voz.
Cerca de las once de la noche trataba de estar parado en la vereda frente al instituto.Veo salir a Eleonora con una mujer de màs edad. Paran un taxi. Suben.Paro otro. "Siga la taxi de adelante, por favor."
El chofer me echaba miradas desconfiadas por el espejo retrovisor, ya que al emitir palabras, emanaba un terrible olor a alcohol.Los taxis pararon en Pueyrredon y Anchorena.Observo. Solo baja la profe. El taxi con la otra ocupante arranca nuevamente. Inmediatamente abono al chofer. Desciendo. Y antes que Eleonora llegara al ascensor, golpéo el Blindex con una moneda,logrando que ella gire hacia la entrada.
La cara de la teacher se puso palida. Cada paso que daba hacia la puerta màs blanco se ponía su rostro colmado de estupor.
Estas loco, dijo. No gritó.Se la veìa muy asustada.Observaba mi túnica.
¿Qué es lo que haces?_preguntó consternada.
Me dijiste que no me acercara a vos en el instituto, ni en sus alrededores. Y como estos días estuviste distante, no lo pude evitar. Para eso me disfrace de cura.
Yo había perdido toda inhibición,ya sea por el alcohol, o la alegría de que mi plan estaba dando resultado.
Subimos al septimo piso.
A las tres semanas, estaba frente a los padres de Eleonora, en un semipiso de Avenida Libertador. Al mes y medio,el padre de Eleonora, le entregaba la llave para que se mudase a un departamento más grande ubicado en el pasaje El Signo, en el barrio de Palermo, propiedad de la familia.
Me quedé un dìa, me quedo dos. Ella compró otro cepillo de dientes. A los tres meses me mudaba al pasaje Del Signo. Aunque seguí pagando el alquiler de mi departamentito.
Para su cumpleaños me endeudé como casi nunca antes. Pero logré sorprenderla cuando la pase a buscar con una limoussine, para llevarla al colón, su lugar preferido, y cenar luego a puerto madero.
A los cuatro meses, mi madre y su marido, cenaban en el pasaje Del Signo con nosotros. Ya por los cinco meses, Eleonora me pidió que concidere la idea de formalizar, en un viaje que hicimos a Punta del Este. Fué sentados en el monumento de los deditos,donde Eleonora deslizò la idea de la maternidad y me habló de su reloj biológico. Debo admitir que el culo se me llenó de preguntas. La quiero muchisimo. Y en este tiempo aprendí muchisimo a su lado. Su biblioteca me fascinaba. Descubrí con el tiempo que ella fumaba marihuana unas... dos veces por semana. También descubrí mi facilidad para el idioma, pero como siempre, me ganaba la vagancia. Así y todo logré aprobar el primer cuatrimestre.Y juro que no me ayudo extraoficialmente. A su lado conocí a Dostoyevski, Hemingway, Rousseau . Me atría todo lo que me había perdido conocer, a lo que nunca había podido, por una cosa u otra tener acceso alguno.Pero no se me pasaba por la cabeza, ni por un momento, casarme.
Aquella aventura que había empezado meses atras, llegaba a su fín. Solo faltaba que ella se enterara.
El tiempo que estuve con ella, le di lo mejor de mí. Quizás, como siempre, solo miré mi ombligo y no lo que a ella le iba sucediendo mientras el tiempo corría. Evidentemente ella tenía su necesidad. Y yo la mía.
No puedo hacer que pare de llorar. Le pido perdón, que hasta aquí llegamos. Es lo mejor. No soy yo quien pueda realizar lo que ella esta añorando.
No lo entiende. Se arrodilla, y abraza mi pierna derecha . "No me dejes"
Me pongo a llorar. La observo como se aferra a mí, y el llanto aumenta. El de ella es mucho más intenso.
Yo no quería esto. No se como llegamos hasta acá, pensaba.Solo quiero irme. Improviso frases al estilo, yo no soy para vos. Estamos en tiempo distintos. Pensaba en mi vieja y su advertencia: "No hagas sufrir a las mujeres. Pensá que tu mamá es mujer " Pero no lo hice a propósito.
"No me dejes" gritó.
Senti verguenza. Pensé en que no me tendía que haber mudado.  Que todo lo hicimos demasiado rápido. Así era yo. Precipitado y atolondrado sin importar los resultados. De mirarla escribir en el pizarrón a verla tirada en el piso impidiendo que me valla. ¿Donde fué que me perdí?
Continuamos así por diez minutos, hasta que se levanto violentamente.
"Andate. Andate hijo de puta", me dijo a los ojos. Sin llorar. Con el maquillaje corrido.Digna.
La espera del ascensor fué eterna.
Caminé hasta la esquina de Salguero todavía llorando. LLegué a  Avenida Santa Fé de igual manera.
El subte llego rápido.
Solo quería estar en mi colchón. Llegar a mi departamentito.
LLorar.

































0 comentarios:

Publicar un comentario

Visitas

web counter code

Busca en mis historias...

Seguidores

Flujo de lectores