Perdoname.

Te recuerdo bastante seguido. Es así.
El hecho de que visites mi cabeza a menudo, creo que se debe a cierta culpa que siento con respecto a vos.
Vos sabes de qué hablo.
Te fallé.
No estuve a la altura de las circunstancias.
Y eso esta en mi cabeza más de lo que desearía.
Tantas enseñanzas me dejaste.
Todavía recuerdo el día en q te conocí. De que me sorprendo, como olvidarlo.

Estábamos en la terraza de mi amigo “el cabeza”. Cuando él bajo a comprar una coca cola y cigarrillos al kiosquito de tu señora, Tita.
Tu señora atendiendo a un cliente, le dice: “Gerardo pasá (ella no le decía “el cabeza”) sacála de la heladera, elegí la más fría”
¿Que edad teníamos,14 o 15 me parece ¿
Gerardo no tuvo   mejor idea al sacar la coca cola de la heladera, que pretender esconderse un cartón de Marlboro en la remera.
Ya lo había echo una vez. Pero ese día su remera era una ballenera. (La q tiene agüeros)
Nosotros seguíamos jugando a las cartas y tomando sol en la terraza.
El kiosco quedaba pegado a la casa de Gerardo. Tita indignada toco timbre. Gerardo no subia.
Los padres de “el cabeza” abrieron la puerta, y tita comenzó a gritar.
La pobre se sentía dolida tantos años de confianza, traicionada.
Los padres no entendían nada. Súper católicos. La madre cantaba en el coro de la parroquia.
Y tita gritaba: ¡Como puede ser!! ¡¡ Flor de paliza hay que darle! ¡Tendría que llamar a la policía!! ¡Todo el día trabajando!! ¡Ahora vas a ver cuando venga Julio!!
Vi como los rostros de los chicos, empezaron a cambiar al momento que soltaban las cartas.
Ese día creí que era miedo, pero con el tiempo entendí que era respeto.
Te tenían respeto y les daba vergüenza ajena lo sucedido.
La terraza quedo desierta, con el sol como alfombra. Nosotros nos fuimos a refugiar a nuestras casas antes de que llegaras vos.
Mientras corríamos, tita   nos gritaba y los padres de Gerardo dijeron: “ Dios los va a castigar a todos “
Y llegaste!!
Tita te contó exaltada lo ocurrido e insto para que hablaras con los padres de “el cabeza”
Ella se encargo de tocar timbre.
Los padres se desarmaban pidiéndote disculpas.
Y ahí llego para mí, tu primera lección.
Les dijiste a los padres que no tenían que pedirte disculpas de ningún tipo. Que si no les molestaba, querías hablar con Gerardo.
A Gerardo les temblaban las piernas (me contaría después) y Tita y los padres no entendían nada.
Te trajeron a Gerardo, lo saludaste y le dijiste a los grandes: “En un rato volvemos. Estamos en el café”
Entraron, y fuiste a tu mesa de billar. Le preguntaste si sabía jugar y que quería tomar.
Ante la respuesta de él, ordenaste un especial de jamón y queso y una coca cola.
Le explicaste el tema del afano. Que no estaba bien robar…y menos a una laburanta.
Que vos en tu juventud…...
Entendías que era una travesura. Que no había maldad alguna.
Llegaron los dos cagandose de risa. Y “el cabeza” con un cartón de Marlboro.
Los padres de Gerardo y Tita boquiabiertos nada entendían.
Que lección nos diste a todos. Sobre todos a los mayores.
Al otro día pedí que nos presentaran. Había echo un “click” algo en mi.
La vida quiso que al tiempo fuera tú elegido, tu preferido y terminamos siendo íntimos amigos.
Decías que te hacia acordar a cuando eras joven.
Mi desfachatez…y otras cosas que me sonrojan decir.
Me enseñaste de tango, de lealtad, de billar, de turf.
Me hiciste conocer a Almafuerte. ( Y un día me dijiste que el barrio me entraba a quedar chico)
Me distes las primeras fijas en el hipódromo de Palermo.
Caminábamos por Corrientes, desde Callao a florida.
Me llevabas a tu casa y cocinabas churrasquitos a la plancha con cebolla, un buen vino.
Y un par de whiskys.
Y ya entrada la madrugada, Tita decía q te iba a llevar por mal camino.” Dios los cría y ellos se juntan”
Me acuerdo tantos de tus frases: “las deudas de los amigos no tienen fecha de vencimiento”
“Si tiras la palta como la tiras, anda sabiendo que muchos no van a estar cuando te toque la mala. Apréndelo, así te vas ahorrando desilusiones.
“Que podes esperar de ese, si un naufrago de agua dulce”
“En este país brotan los boludos”
“No te enojes con él, si conoció la noche porque se le hizo tarde”
“Lo sacas del umbral de la casa y empieza a trastabillar”
“que injusticia que los viejos tengan tanta plata, si las plata es para los jóvenes!”
Recuerdo como te enojaban los miserables, si supieras como me lo contagiaste.
Me decías que lo peor que puede tener un hombre es ser miserable, vigilante y desagradecido.
Que gusto q me daba oírte decir lo bien que empilchaba. Viniendo de vos que estabas siempre de punta en blanco. Un dandy!!
Te gustaba escuchar mis anécdotas con las mujeres, entre whisky y whisky.
Hoy ya no las cuento más.
Me enseñaste que lo más importante es no perder la calidad.
No importaba cuanto tenga en los bolsillos, ni las circunstancias.
¡NO PIERDAS LA CALIDAD!! Ante nadie. No existe Superman.
¡Todos se agachan para cagar!
“No cambies” me decías.
¿Te acordás de mi primer   bulín?
Fue el momento que más feliz te vi. Yo tenía 20, 21 años.
A vos te había sucedido algo mágico.
Tu   primer amor, volvió a tu encuentro.
Fue por ver a tu hijo, periodista, en televisión.
No era tu primer amor me explicaste, el único.
Que se habían separado por influencia de su familia. Que no te veía como un buen partido para ella.
Te gustaba demasiado la noche, y sospechaban que levantabas juego.
Yo algo novato, te pregunte por que te habías casado con Tita, y porque seguías casado.
Porque lo hiciste, lo supe. Porque seguías, no.
¿Te acordás el día que nos citamos en el Tortoni?
Me tenés que hacer un vorfa, me dijiste.
Decías por mi chuequera, que era el único chueco que anda derecho.
Que orgulloso me ponía.
Te tenía que hacer un favor y te notaba nervioso.
Me preguntas si te podía prestar el bulín. Que te daba lorca entran en u telo.
Al otro día te entregue un juego de llaves.
“Voy a ver como me las arreglo, eso de que no tengas cama….me tengo que agachar un montón hasta el colchón”
Por días no aparecí en el bulín.
Cuando lo hice, para mi sorpresa, habías dejado tu sello. Y tu calidad.
Dos botellas de Jhonny Walker, una sin abrir. Y las boletas de los impuestos, por mí olvidadas, seguían en su lugar, ahora pagas, junto a un juego de sabanas a estrenar.
Sí, predicabas con el ejemplo. Cuanta generosidad.
Que afortunado fui con tu amistad.
Hoy trato de copiar tu generosidad, y mis amigos dicen que soy un extraterrestre.
El tiempo paso, crecí. (Creo)
Llevábamos un año casi sin vernos, cuando, me encontré con Tita de casualidad.
“Está internado” me dijo.
Al día siguiente fui a la clínica.
Vos ya tenias 75 y a mí me temblaban las piernas.
Clínica de lujo y prestigiosa consiguió tu hijo por canje publicitario.
Me presente en recepción, y me dieron numero de habitación.
Transpiraba, tenía miedo.
A medida que me iba acercando podía escuchar los murmullos que provenían de tu habitación.
Tome coraje, o algo parecido, entré.
Golpee. “Adelante”
Y te vi. Ahí estabas.
Me falto el aire. Tenía ganas de llorar.
Tu cuerpo sentado en la cama, inmóvil, rapado. Con un especie de bollo en la cabeza.
Tita dijo. Mira quien vino.
Te movías en cámara lenta, como si estuvieras en dilight.
Tenías tanta tristeza en la mirada.
Tuve la sensación que estabas enojado conmigo.
Habías perdido el habla.
“Viste que no se olvidaron de vos. Lo que pasa es que no se enteraron” dijo Tita.
Hable y te hice bromas como pude.
Hacía un mes que estabas ahí.
La enfermera sugirió que te llevara a dar una vuelta, y te cargaron en la silla de ruedas.
“¡¡Llévalo al patio a tomar sol, que le gusta!!
Siempre tuviste un color bárbaro.
Y allá fuimos, yo disimulando un miedo tremendo, hacia girar la silla   de ruedas.
A veces me mirabas como si no te acordaras de mí.
¡Tenía tantas ganas de llorar!
Empezaste a emitir sonidos. A levantar las cejas, tus ojos se clavaron en los míos.
Querías decirme algo, pero no intuía que.
¿Qué pasa? ¿Qué querés   ¿Querés ir adentro?
No podes fumar.
Enfermera…algo quiere.
Querías ir al baño.
Recién lo entendí, cuando vi un charco formándose bajo la silla y tu pantalón empapado.
Me sentía un inútil. Tenía tantas ganas de llorar.
Las enfermeras te bañaron. Te cambiaron.
¿Viste quien vino? decía Tita.
Gracias por venir, me dijo una de tus hijas.
Mañana vuelvo, dije.
Lo que más me pesa en el alma, hasta el día de hoy, es que no volví más.
Mi cobardía gano una vez más.
Sí, perdí la calidad.
No podía verte así.
Prefería recordarte de otra manera.
Diciéndome: “Consejos no doy. Porque nunca les di bola cuando me los dieron”.
Mientras nos tomábamos un Jhonny en Victoria plaza.
¡No lo pude soportar! ¡Perdoname!
Porque yo no lo voy a   hacer nunca.
Tiempo después me enteré que falleciste.
No sabes como te extraño.
Y hasta el día de hoy, me siguen preguntando: “¿Que sabés de Julio?”
Que tiempo me llevaría, ¿no? EXPLICARLES TODO LO QUE SE DE VOS

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