Mar Azul

Suena el despertador.
Son las 4 y 15 de la mañana.
Hace poco más de tres meses que comencé esta triste y penosa rutina.
Está fresco en Buenos Aires. Pero sé que al medio día al salir el sol tendré calor.
Decido pasar algo de frío al amanecer y no cargar con un abrigo el resto del día.
Poca gente en la ciudad. Los trabajadores de siempre esperando el transporte que los deposite en sus jaulas. Los borrachos de siempre, que prefieren la noche para intentar ocultar su desesperación.
No mucha más...
Me tomo un café y unos treinta minutos en la estación de subte Federico Lacroze para marcar los clasificados, y esperar que el transporte comience su traqueteo de ida y vuelta entre el Luna Park y el cementerio.
Pido la cuenta a la mujer que pasa un trapo de piso en este bar al paso instalado en una especie de isla, frente al cementerio de la Chacacarita. Todo huele a muerte por aquí.   Debe ser el trapo de piso.
Al pagar, registro que marqué anuncios de más.
Los viáticos no dan.
Esta vez decido dejar de lado: Aprendiz de matricero, peón de carga y descarga, y uno de cadete, que se aleja de la zona.
A las 8 tenia que presentarme en Tucumán 736, Editorial Mar Azul. Buscan vendedores con experiencia, competentes de buena presencia que amen el progreso y el crecimiento.
Me tire el lance y fuí.
La creí una buena oportunidad, para dejar de sangrar   en la cruz del desempleo. Tal vez con un poco de suerte, se aproxime el momento de quitarme los clavos y descender.
Desde Tucumán al 900, la aún poca claridad del día me permitía ver, para mi frustración instantánea y exquisita, que no sería el primero. Al llegar, una veintena de hombres esperaban antes que yo.
Los comentarios en las filas eran los mismos de siempre.
Me sentía afortunado al escuchar desde donde venían viajando.
Algunos tienen oficio y están desocupados hace años.
Comentan que fueron llamados a una segunda entrevista, algún otro, va por la tercera.
Uno que no para de fumar, cuenta que   en una casa de electrodomésticos le hicieron cortar el pelo y sacarse el arito, y que después de 4 entrevistas no lo llamaron.
Un gordo alto q sesea, nos recomienda no cruzar los brazos en la entrevista, mirar a los ojos y levantar el mentón.
Un señor de traje peinado a la gomina abre la puerta de la editorial.
Evita decir buen día y nos manda a un segundo piso, por escalera.
Nos ubicamos en las sillas.
La oficina es fría, desarreglada hasta el más mínimo detalle.
Desde donde esperamos los desocupados, se pueden ver otras tres oficinas. Una es vidriada.
Sentado acá y con la luz blanca de los tubos, puedo observar mejor a mis adversarios.
Algunos me dan pena.
Sobre todo uno con surcos en la cara. Más morocho que yo, con el pelo que se le levanta atrás.
Viste un saco negro todo descolorido, arratonado. Los zapatos del mismo color, con un poco de barro en sus perfiles. No puedo creer que lleve medias blancas. Lo creo solo al verle su pantalón verde y la camisa rosa.   Puedo distinguir en el pulóver azul escote en v,zurcido a la altura del ombligo, con hilo marrón. Ahí me doy cuenta que solo tiene eso. Pulcro, pero solo eso.
Esta vencido, gastado   por la espera, y como si fuera para darse valor, sostiene en sus rodillas un maletín.
Hay uno que viste muy bien.
Su traje es nuevo, la corbata a tono y los zapatos espléndidos.
Noto que no ha de haber pasado mucho tiempo de su último empleo.
Se siente confiado en sus posibilidades.
Dos colegas a mi derecha, me preguntan si conozco la calle Junín.
Al terminar de explicarles como llegar, me ofrecen la posibilidad de ir a ver otro anuncio.
Necesitaban un lavacopas, en un bar frente a la facultad de Farmacia y Bioquímica.
“JOVEN PARA TAREAS GENERALES Y LAVACOPAS. BASICO Y COMIDA.
EXPERIENCIA Y BUENA PRESENCIA. CABELLO CORTO (EXCLUYENTE)”
Ese era el vaivén de la necesidad, podíamos ser y hacer casi cualquier cosa.
Discernir es un lujo inaccesible para nosotros.    
Conocíamos la diferencia, creo, entre;   Peón de carga y descarga,   empleado administrativo, mozo, cadete   administrativo, cartero, armador   de cajas, repositor de supermercado, operador de pc, operario de fábrica, repartidor de diarios. Sí, existía una   leve diferencia que a nadie de nosotros le importaba.
A eso de las 9 nos anuncian que van a empezar con las entrevistas.
Los chicos de mi derecha, me dicen “somos los más chicos”.
Me cuentan que vinieron juntos desde Florencio Varela.
El que más habla se quedo sin trabajo hace dos meses. Se desempeñaba en una pinturería. El que habla menos, reparte pizzas, pero se le rompió la bicicleta hace 15 días. No le alcanza el dinero y busca una mejor opción.
El tiempo pasa y nadie parece considerarlo.
A algunos se los nota cómodos en la espera. Como si ese instante fuese de resguardo, de descanso. Esperan aquí por una oportunidad. Y hasta que   llegara el fin de la entrevista, la espera es casi optimista sin llegar a ser esperanzadora. Era sí, el momento más importante del día.
Se sentían, en esa oficina desconocida, mucho más dignos que en sus casas, frente a sus familias.
Yo corría mejor suerte, no tenía esos problemas, ya que no contaba con casa ni familia.
Cuando quedaban unos diez delante de mi, se empezaron a escuchar gritos provenientes de la oficina donde realizaban las entrevistas.
“¡¡Juegan con la gente, porque no lo aclaran en el aviso!! ¡¡Es una vergüenza, 3 horas de espera!!”
Había uno de los nuestros que todavía le significaba algo el tiempo perdido.
El hombre salió enardecido sin detener el paso hasta la calle.
Podía habernos explicado que fue lo malo de la entrevista, pensé.
En la oficina de vidrio se podía ver a los vendedores trajeados, sentados con sus clientes, con los escritorios de por medio. Explicándoles, las ventaja de sus productos.
“Estos si que la pasan bien, deben andar en la luca por mes”
Mordía las palabras mientras las pronunciaba el delivery de la bici rota.
A mi izquierda un hombre de unos 24 años se ríe del comentario. Y acota, como si el pensamiento le flotara por la oficina: “Una luca”
El que más hablaba dijo lo que teníamos que hacer.
“Nosotros cuatro (por el amigo, por mí, y el que se ríó, de   24 años) tenemos que pedir el mismo sueldo. Somos los más jóvenes. Estos con más de 40 ya no los toman en ningún lado.
¿Vieron que al llenar la planilla, en un lugar dice: pretensiones?
Bueno, ahí los cuatro tenemos que pedir el mismo sueldo.
¿Vos cuanto querés ganar?”
El que se reía volvió a decir. Y… Una luca!!
Yo contesté que con $600 estaba bien.
“Pongamos los cuatro, $800—dijo el que más hablaba, y siguió—Así, al que elijan, le van a tener que pagar $800. Si hay alguno que pone $500, estos hijos de puta llaman al de $500. A alguno de nosotros 4 van a llamar, los demás ya son grandes”
Nos pusimos de acuerdo en $750.
Eran las 12 del medio día, y empezaba a hacer calor.
Nadie se sacaba el saco. El del   pulóver zurcido, tenía unas inoportunas gotitas en la frente.
Pasaron los dos amigos de Florencio Varela.
Era el próximo. Mi turno.
Sentáte por favor,y andá completando la planilla, me dijo alguien que no divisaba.
Al sentarme, veo los curriculums y planillas de los que estuvieron antes.
Diviso un número entre todas las letras en la planilla del que se fué.En el margen derecho, leo $450.
Observo mi planilla sin completar, a la misma altura del margen de la hoja.
Decía:Pretenciones:
Los de Florencio Varela, pusieron $450.
Por un segundo pensé, ni entre muertos de hambre hay lealtad.
Que horror…apareció.
Era una gorda de rulos teñidos.
Súper pintarrajeada. Los parpados color celestes.
Abajo de los ojos delineador verde agua.
Las uñas muy largas,de color plateado.
Pero lo que más llama la atención, son sus cachetes.
Muy gordos y pintados de rosa.
“Hola. ¿Como estas? Me llamo Susana Montaner, soy gerenta de ventas.
¿Me permitís tu currículum?
A ver….Tenés experiencia en una editorial, eso es importante.
Te ayuda la presencia. ¿Haaaa, estudias teatro?
Yo también estudié teatro.
¿Qué paso en estos dos años que no figuran nada?”
_Me fuí afuera
¿Donde te fuiste?
_ Europa
Mirá, tenes un perfil muy alto, pero el problema lo tenés con la edad.
Te propongo algo.Por que sé que es para vos. ¿Te animás a hacer venta telefónica?
Esta es una editorial, que nuestro fuerte son las enciclopedias.
Das justo para el personaje…jajajajja
_Sí, me animo, conteste.
Te espero mañana a las 9.
Le di un beso y me fuí a tomar el subte en Florida.
De Florida a Pasteur pensé en el trabajo nuevo y en la gorda.
De Pasteur a Federico Lacroze en un par de mujeres, en que no tenía dinero, y que era tiempo de mudarme.Y que no tenía solución, para ninguno de mis pensamientos.
Al otro día a las 9 estuve ahí.
La gorda me había dicho que no hacía falta que concurra en traje.
Cuando llegué, la gorda me hizo pasar a su escritorio.
Me dio unos apuntes con lo que tenía que decir a los clientes.
Me dijo: “La mano viene así. Nosotros hacemos llenar cupones en lugares estratégicos.
Donde concurre un público masivo.
Como ser Florida y Lavalle, La rural, Pacifico, Shoppings.
Los cupones que la gente llena son por el sorteo mensual de una bicicleta.
Los que no ganaron el sorteo mensual, entran automáticamente al sorteo anual por el viaje a Disney World.
Lo que hacemos nosotros con los cupones es obtener una base de datos cuantiosa.
Los llamamos, y le decimos que salieron sorteados, que pueden pasar a retirar el premio por nuestras oficinas.
Cuando llegan les vendemos las enciclopedias.
Agarrá el teléfono por favor, me pide la gorda.
Yo voy a ser la vendedora, y vos el agraciado.
Empezamos.ACCION!!
¡Hola! ¡Felicitaciones! Lo llamo para notificarle que a ganado el sorteo”
¿Qué sorteo?_conteste
“El sorteo de editorial Mar azul.
Ustedes llenaron un cupón, en la rural, por una bicicleta, y el sorteo anual del viaje a Disney. Lo que ganaron es un día de campo.
Te cuento: El día de campo es para 4 personas, con desayuno, que consta de café con leche, pan de campo, jugos. Al medio día asado, con entradas de empanadas.
Las actividades para hacer son: Paseo en sulky, carreras de chancho….”
La gorda seguía hablando sin respirar. Y para hacerlo más creíble se agacho debajo del escritorio.Solo se veían sus uñas plateadas, apretando el mueble para no irse al suelo.
En un instante, asomó la cabeza con los rulos despeinados.  
Es mejor, para no vernos las caras, me dijo. Y volvio debajo del escritorio a seguir con su speech.
“Lo único que usted se tiene que costear es el traslado en micro hasta la estancia..
Puede pasar a buscar el premio por….¿tiene para anotar?.”
En eso consistía mi nuevo trabajo.
Lo ensaye con ella, una, dos veces. Y creo que tres también.
Me sugirió que le ponga más énfasis. Que yo podía, que era actor.
Y me dijo: Seguíme.
Entramos en un cuartito de uno y medio por uno y medio.
Había como una especie de barra que se come pizza de parado,   tres teléfonos, y dos personas.
“Magali, Arturo. El es Ángel, su nuevo compañero.
Hoy va a estar practicando con ustedes”
Mis nuevos compañeros estaban sentados hablando por teléfono.
La gorda se despidió, aclarándome que me iba a estar escuchando lo que hablaba con los clientes desde su oficina.
Y me dejó una pila enorme de cupones.
Más de quinientos, seguro.
Mirá que no te pagan el día de hoy. Es solo de prueba._dijo mi nueva compañera.
Parecía de cuerpito firme. Lindas tetitas. Pero extremadamente desarreglada.
“¿Hace mucho que trabajan acá?”
Dos semanas._ Contestó Arturo._Mira que los cupones que te dieron están re hechos ya.
Al ver mi cara de no comprender.
Ya llamamos un montón de veces ahí_ dijo.
Tome mi primer cupón.
Decía: Olga Laneve….González Catán.
Hola, ¿Señora Olga?
Si, ¿Quien habla?
FELICITACIONES OLGA!! Usted salío acreedora de un DIA DE CAMPO!!
PARA CUATRO PERSONAS!!!
DONDE EL DESAYUNO ES CON PAN DE CAMPO, SE ALMUERZA ASADO!!!
¿Quien habla?!
HAY PASTELITOS DE MENBRILLO!!
LAS ACTIVIDADES SON, CARRERAS DE CHANCHO, PASEO EN SULKY.
¿Con quien quiere hablar?
¿Señora Olga?
No. Es mi mamá Olga, pero en este momento no está.
Ha disculpa, bueno, te llamo más tarde.
Mis compañeros me miraban.
Seguí probando….
Felicitaciones!! usted es acreedor de……
Eran las once y media cuando entró la gorda.
Me dijo que cuando me de ocupado 2 veces, corte y siga con otro número.
“15 por hora como mínimo tenes que hacer.
El señor que te dijo que la mujer salía de la fabrica a las 18hs… Cuando es así, los vendedores se quedan hasta las 8 de la noche esperando, no hay problema. Ahí, perdiste una venta que ya la tenias cerrada”
La gorda se fué.
Ya eran las 11:45, a las 12 cortábamos para almorzar.
Mi nueva compañera me pidió que fuese primero.
Probé con 4 o cinco cupones más.
La gente no podía venir a retirar su premio, ya sea por horarios laborales o por el gasto   que le ocasionaba el viaje.
Las 12.
Dejo el cuartito, y me voy a almorzar.
Bajo las escaleras secandome las lágrimas.
Agarro Tucumán, doblo en Esmeralda, y empiezo a correr.
Y corrí y corrí... lo más lejos que pude.

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